Haydée en el mapa del amor
Cuba / 21 de febrero de 2018 / Autor: Michel Hernández / Fuente: Granma
Hace algunos días Alberto Tosca, ese emblema de la segunda generación de la trova, me comentaba que a lo largo de su extensa trayectoria ha rechazado varias peticiones de artistas para interpretar sus temas porque no creen verdaderamente en lo que cantan y, con esa falta de sinceridad, me explicaba el trovador, era implacable.
Recuerdo esto porque Haydée Milanés siempre ha sido un ejemplo de todo lo contrario. La cantante sube al escenario sin poses, sin impostaciones, sin recursos al uso que desvíen la atención del público sobre lo que realmente importa: la música y las canciones ensambladas con la honestidad que siempre la ha llevado a distinguir el hecho artístico.
No les digo nada nuevo al afirmar que Haydée es una de las figuras imprescindibles de la música cubana desde la última década. Se ha forjado una carrera sin grandes aspavientos de la cual celebró sus 15 años recientemente en el teatro Mella, con un concierto en el que puso como primera evidencia que el tiempo solo ha hecho reforzar el valor de sus canciones, de su obra, y de su sentido ético ante la música, algo que, se sabe, a veces se difumina ante las exigencias de los tiempos que corren.
Para entender la trayectoria de Haydée hay que remontarse a los inicios de los años 90 y principios de los 2000 cuando la escena alternativa cubana, vivía uno de sus grandes momentos de gloria. Desde el rap, la canción de autor, el jazz, rock o el pop, se convertían en la conciencia de una parte de una generación que buscaba ver reflejada su vida y la vida nacional.
En medio de esa efervescencia, de ese apogeo soterrado, junto a las insoslayables lecciones de su padre, Pablo Milanés, creció esta joven compositora e intérprete que a sus 37 años ya ha puesto en valor su clase, primero componiendo temas desde una introspección muy propia que la colocan en el camino pavimentado por notables cantantes femeninas en Cuba; luego defendiendo con elevada altura temas de sus contemporáneos como Descemer Bueno; más tarde asumiendo como un acto de justicia hacia ella misma las canciones de la entrañable Marta Valdés en el disco Palabras, y recientemente, cuando creyó que era el momento justo para que nadie pensara que se escudaba en la influencia de su padre, dio forma a un grupo de versiones de temas con los que Pablo Milanés cimentó su legado en la música cubana.
El disco se llamó Amor, lo estrenó a dúo con Pablo a lleno completo en el teatro Karl Marx, y ha catapultado la obra de esta cantante no solo en la Isla, sino en los planos internacionales. Entre esas 11 canciones, Haydée entrega su mejor versión, juega con su voz de una manera magistral y el resultado y la honda comunión que establece con esos temas se percibe desde el punto de partida del fonograma, licenciado en Cuba por Bis Music y por la disquera independiente Casete en México, donde la cantante cubana ya se viene haciendo una presencia habitual.
No podemos pensar que Amor y Palabras fueran para la Milanés un sencillo ejercicio o un mero divertimento. Con estos discos se afianza en los recursos que pone en juego en su trayectoria y, lo más importante, realza el lugar que decidió ocupar por su cuenta y riesgo en el presente cubano con canciones que alcanzaron la categoría de clásicos. Sabe que habrá tiempo para seguir esculpiendo su trayectoria con esas pasiones de orfebre que la definen, pero antes de seguir por esos caminos inciertos que le depara la carretera, decidió que era el momento de regresar a sus orígenes para mirar el entorno desde la objetividad que da el paso de los años y encontrar la energía, la creatividad y la voluntad que le permitan sortear los lances que inevitablemente, vendrán.
Ya no es la muchacha refugiada en la timidez que fue en sus primeros conciertos. Ahora establece una estrecha relación con el público, maneja los climas de mayor tensión con soltura y logra que sus canciones hagan el trabajo que les corresponde en el corazón del público. Pero hay algo que, pese al paso del tiempo, no ha cambiado en Haydée. A veces en el escenario parece un ser devorado por la soledad y la tristeza y logra que esa sensación llegué a doler en los que creemos desde abajo que el hecho de cantar es para ella, vaya paradoja, una experiencia demasiado dolorosa y demasiado gratificante. Encima, parece que entre sus canciones también necesita el silencio para recordarse, para recordarnos, que ella es solo una rama de un árbol arraigado fuertemente al suelo.
La cantante está terminando una nueva edición del disco que preparó junto a su padre. Para ello mantiene colaboraciones con artistas del calibre de Omara Portuondo y las mexicanas Julieta Venegas y Lila Downs, entre otras. De ahí saldrá Amor Deluxe, esa esperada versión del disco con el que Haydée se ha rencontrado con ella misma y lo demuestra en cualquier escenario que le sirva de refugio, ese momento en que parece que cierra la puerta y el mundo, nuevamente, le queda demasiado lejos. Pero solo en apariencia, porque con sus canciones también mira a fondo el mapa de la realidad nacional, y lo devuelve con un poco de amor.
Fuente de la Noticia:
http://www.granma.cu/cultura/2018-02-20/haydee-en-el-mapa-del-amor-20-02-2018-18-02-17