Murió el cantautor urguayo Daniel Viglietti

30 de octubre de 2017 / Autor: Nelson Fernández / Fuente: La Nación

El músico murió en Montevideo, a los 78 años; es autor de «A desalambrar» y «Gurisito», entre otras

Daniel Viglietti Indart, nacido en el invierno de 1939, murió en Montevideo, este 30 de octubre, mientras estaba siendo operado en un sanatorio local. El viernes 27 había hecho su última actuación y semanalmente conducía su programa radial «Tímpano».

Fue uno de los principales cantautores populares del Uruguay, considerado un símbolo del canto de protesta de los años setenta y durante el exilio en la dictadura militar (1973-1984).

Era muy chico y vivía en un hogar con padre guitarrista y madre pianista. La música lo llevaría a trascender con su arte fuera de fronteras y a meterse en caminos revolucionarios.

Sus canciones combinarían la dulzura de «Gurisito mío», con «Niño, mi niño, vendrás en primavera, te traeré …», con la llamarada revolucionaria anti capitalista de «A desalambrar a desalambrar, que la tierra es mía, tuya y de aquel, de Pedro, María, de Juan y José».

En su audición radial, Viglietti había seguido su militancia política con la firme defensa de los gobiernos de la «ola progresista» regional, como el chavismo en Venezuela, el kirchnerismo de Argentina, Lula en Brasil, Evo Morales en Bolivia, y Correa en Ecuador.

El cantautor contaba que su madre, la pianista Lyda Indart, y su padre el guitarrista Cédar Viglietti, habían sido influencia para su formación musical.

Con su madre, se metió en la música de Stravinsky, Debussy, Ravel, Manuel de Falla, y Beethoven, entre otros; con su padre, compartía el canto de Carlos Gardel, Magaldi, y Los Trovadores de Cuyo.

Estudió guitarra con maestos como Abel Carlevaro y luego fue haciendo su camino propio, y se convirtió en un ícono del canto popular, preferentemente en el ala radical de la izquierda uruguaya, como el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), grupo en el que militaba José «Pepe» Mujica.

En el exilio, junto a Alfredo Zitarrosa y Los Olimareños, fue una voz de canto contra la dictadura, y retornó al final del régimen militar, con un recital que fue uno de los grandes actos políticos de los tiempos de transición a la democracia.

En ese tiempo de recuperación de la libertad, Viglietti hizo una memorable dupla con uno de los principales escritores del Uruguay, Mario Benedetti, para emocionar a miles de uruguayos con el espectáculo «A dos voces».

El viernes 27 Viglietti actuó por última vez; fue en el auditorio «Batalla de Las Piedras» a unos 30 kilómetros de la capital, en un recital llamado «Recordando al Che Guevara».

Y esta noche de martes, en una cascada de mensajes y homenajes en las redes sociales, entre la emoción del adios al cantante, algunos recordaban las últimas estrofas que cantó acompañado de su guitarra: «Larai, larai, larai, larai, laralero … ¡qué linda la llamarada alumbrando al mundo entero!»

 

Funcionarios y celebridades uruguayas despidieron al músico con mensajes a través de las redes sociales.

Fuente: 

http://www.lanacion.com.ar/2077717-murio-daniel-viglietti

 

Murió el cantautor uruguayo Daniel Viglietti, ícono de la música popular

30 de octubre de 2017 / Autor: Redacción / Fuente: Infobae

El músico tenía 78 años. Fue un referente de la protesta contra la dictadura uruguaya desde el exilio en los años 1970. Tuvo además una intensa actividad como comunicador en radio, prensa y televisión

El cantautor uruguayo Daniel Viglietti, autor de temas históricos como «A desalambrar», uno de los principales exponente del canto popular uruguayo, falleció este lunes a los 78 años.

La información trascendió a medios locales de fuentes allegadas al cantante y fue confirmada luego por escenarios como el Teatro Solís de Montevideo o el intendente de la ciudad, Daniel Martínez. El diario El País publicó que murió mientras era sometido a una cirugía.

Viglietti nació en Montevideo en 1939.

Fue guitarrista y compositor, y aunque tuvo una formación clásica, su carrera se centró luego en el canto popular y su música fue de la mano de su ideología, lo cual lo convirtió en un referente de la protesta contra la dictadura uruguaya desde el exilio en los años 1970.

 

 

Viglietti vivió en el exilio en Argentina y Francia durante la dictadura uruguaya (1973-1985). Regresó al país en 1984.

Entre sus canciones más populares se encuentra «A desalambrar», de fuerte significación política, o «Gurisito«.

 

Amigo de figuras como el escritor uruguayo Mario Benedetti, con quien elaboró la obra musical «A dos voces» con poemas del autor, o del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer,Viglietti tuvo una intensa actividad como comunicador en radio, prensa y televisión.

Su extensa discografía incluye trabajos solistas y en compañía de otras figuras, tanto grabados en estudio como en vivo.

Con Benedetti, quien escribió una biografía de Viglietti titulada «Desalambrando» en alusión a su más recordada canción, recorrió escenarios en el mundo combinando música y poesía.

Precisamente, en los últimos años formaba parte de la directiva de la Fundación Mario Benedetti con sede en Montevideo.

La página especializada historiadelamusicapopularuruguaya.com, lo define como un«luchador social, comprometido con la izquierda», a tal punto que terminó sufriendo la censura y el posterior exilio tras ser detenido en 1972 previo al golpe de Estado cívico-militar en Uruguay en 1973.

El último disco del autor de «Canciones para el hombre nuevo», titulado «Trabajo de hormiga», una reedición de una obra de 1984, se editó en 2008.

Mantenía una intensa actividad de conciertos. El local diario El Observador ubicó en el pasado viernes su última presentación en vivo.

En las redes sociales, varios artistas expresaron su pesar por la muerte de Viglietti.

«Tristeza infinita por la muerte de Viglietti. Gracias Daniel por todo lo que nos dejas«, escribió el músico y compositor Luciano Supervielle en twitter.

En tanto el español Ismael Serrano anotó también en twitter: «Qué tristeza más grande. Se fue Viglietti. Un hombre bueno. Indispensable. Hasta siempre, maestro. Siempre en mi corazón«.

 

 

Daniel Viglietti, el trovador que iluminó mil batallas

30 de octubre de 2017 / Autor: Carlos Aznarez / Fuente: TeleSurTV

Con todo lo que aún falta para desalambrar, con la enorme necesidad que tenemos de hallar esos “Trópicos” que nos ayuden a contener nuestras alegrías y nuestras tristezas, justamente ahora, Daniel Viglietti ha decidido partir y dejarnos un poco huérfanos de sus enormes trovas.

Daniel Viglietti, el trovador que iluminó mil batallas

Hijo dilecto de las mejores tradiciones libertarias del Uruguay, comenzó a entonar sus “Canciones para el hombre nuevo” precisamente un año después que el Guerrillero Heroico fuera asesinado en Bolivia, y mientras en las calles de Montevideo, las balas policiales tronchaban la vida de un estudiante cuyo nombre se hizo bandera: Liber Arce. Así, anticipando lo que muy pronto sería el Pachecato y la figura tilinga de Bordaberry que le abrirían paso a la cruel dictadura, Daniel desgranó poemas que se pasaban como mensajes urgentes, de boca en boca, alumbrando de estrellas tupamaras el cielito oriental. Esto ocurría sin dudas porque “la senda está trazada” porque «la marcó el Ché” ya que en el abajo y a la izquierda de aquellos años de plomo, “el chueco Maciel” se defendía a balazos en el Cantegril para demostrar que eran tiempos de no poner más la otra mejilla.

Daniel fue acompañando con su poética forma de ver la vida lo que otros habían puesto en marcha para apurar el camino. En las calles se elevaba la épica de una lucha desigual contra el poder y eso era más que contagioso. Raúl Sendic padre era referencia de una manera de hacer política, y el flaco Viglietti traducía esas enseñanzas para que se enredaran entre las cuerdas de su guitarra. Así, «bajo un sol trafoguero” homenajeaba al combate y a los combatientes, entonando esa «llamarada” que musicó aquel estudiante de Agronomía llamado Jorge Salerno, caído luego en la toma de Pando junto a Jorge Zabalza y Alfredo Cultelli. Tres valientes decididos a hacer lo que había que hacer para que el mundo cambiara.

Después se vino la noche, y mientras el tupamaraje eran hundido en los calabozos, la orientalidad que logró sobrevivir tomó el camino del exilio. Allí también marchó Daniel, sin bajar las banderas ni doblar la espalda ante la adversidad. De esos días difíciles se agrandó su internacionalismo, poniéndole otra vez, música a las gestas de la Patria Grande. De allí el estremecido grito de “Por todo Chile” y tiempo después “El sombrero de Sandino”, en homenaje a la Nicaragua sandinista. Pero la lista se hizo enorme ya que el cancionero abarcó a Cuba Socialista, Colombia guerrillera, México y el zapatismo, Venezuela Bolivariana y todo aquel rincón del planeta donde los pueblos se erguían frente a los poderosos.

Hace muy pocos días, lo pudimos ver brillar como en sus años juveniles, trepado a un escenario en el Vallegrande boliviano, recordando los 50 años de la siembra del Che. Compartía el mismo espacio de dignidad y compromiso con Evo y los guerrilleros Urbano y Pombo. Entre un público entusiasmado y el hondear de las Whipalas, te acompañaban en los coros miles de campesinos y campesinas que apenas te escucharon trovar supieron de qué se trataba eso de “la tierra es tuya, es nuestra y de aquel”.

Te fuiste como llegaste Daniel, con la guitarra como escudo y tu coraje cantor. Muy pronto, seguramente, volverás a entregarnos tus versos junto a Violeta, a Zitarrosa y El Sabalero, mientras Benedetti leerá poemas que vayan anunciando las victorias pendientes.

Fuente:

https://www.telesurtv.net/bloggers/Daniel-Viglietti-el-trovador-que-ilumino-mil-batallas-20171030-0005.html

Cartas de amor de músicos

30 de octubre de 2017 / Autor: Juan Carlos Talavera / Fuente: Excelsior

El título, publicado por el sello Turner, es definido por el antologador como ‘una guía por la psique’ de los compositores más innovadores de la historia; la primera misiva data de 1778, y la última de 1931

“¿Acaso el amor puede consistir en otra cosa más que sacrificios, exigencias de todo y nada? ¿Acaso puedes cambiar el hecho de que tú no seas enteramente mía, ni yo enteramente tuyo? ¡Oh, Dios, contempla la hermosa naturaleza y tranquiliza tu ánimo respecto a lo inevitable! El amor lo exige todo y con pleno derecho: a mí para contigo y a ti para conmigo. Sólo que olvidas tan fácilmente que yo debo vivir por ti y por mí…”, escribió Ludwig van Beethoven el 6 de julio de 1812, en una carta incendiaria a una enigmática “amante inmortal”, que es recuperada en el libro Cartas de amor de músicos.

Este volumen compila numerosas cartas amorosas de compositores universales como Wolfgang Amadeus Mozart, Joseph Haydn, Robert Schumann, Frédéric Chopin, Franz Liszt, Richard Wagner, Piotr Tchaikovski y una veintena más de creadores, reunidas por el compositor y director de orquesta Kurt Pahlen, que acaba de ser traducido al español, bajo el sello de Turner, y ya circula en las librerías mexicanas.

Veinticuatro horas después de aquella misiva, Beethoven agregó una segunda parte a la carta que dirigió a su “amante inmortal” -que pudo ser Josephine von Brunsvik-, a quien definió como “Mi ángel, mi todo, mi yo” y le expresó el dolor de la distancia:

En el lecho ya, se agolpan mis pensamientos acerca de ti, mi amada inmortal; tan pronto alegres como tristes, a la espera de que el destino quiera escucharnos.

Sólo puedo vivir o enteramente contigo o por completo sin ti. Sí, he resuelto vagar en la lejanía hasta que pueda volar a tus brazos en sentirme en un hogar que sea nuestro, pudiendo enviar mi alma al reino de los espíritus envuelta en ti. Sí, por desgracia así ha de ser…”.

Esta misiva es apenas un guiño de lo que contiene el libro Cartas de amor de músicos que, de acuerdo con Kurt Pahlen, éstas pueden ser vistas en dos direcciones: erupciones deslumbrantes que emanan del volcán y amenazan con estallar en su cima o tímidas epístolas que calculan pros y contras sin dejar aflorar ningún apasionamiento. pero sin perder su autenticidad.

No sé si en la presente recopilación aparecen cartas ‘inauténticas’. No lo creo. Más bien me parece que se reproducen sólo manifestaciones espontáneas… y esto parece avalar los sentimientos que se exponen”, apuntó.

La compilación hace un recorrido cronológico por las misivas que escribió Mozart, desde 1778, hasta la última que se compila de Alban Berg en 1931; es decir, en sus páginas recorren poco más de 150 años de historias y sentimientos que viajaron en papel, pero sin intentar “penetrar en la esfera íntima de los compositores”, aclaró Pahlen.

Sin embargo, creo que precisamente las cartas aquí presentadas permiten penetrar en la vida emocional de extraordinarias naturalezas creativas, lo que puede resultar de ayuda para una mejor comprensión de sus obras. Hay que buscar a la persona detrás de la obra que ha creado con sufrimiento o alegría, con tormento o felicidad. Porque entonces la obra nos hablará con doble intensidad”, añadió.

Y, aunque reconoció que la selección de las cartas es tan subjetiva como fragmentaria, la consideró “una guía por la psique, a veces infinitamente complicada, de personas inusuales”, a pesar de que en nuestros días el ejercicio de la carta de amor podría estar casi extinto.

“¿Acaso se escriben todavía (cartas de amor) en la época de los ordenadores, de los vuelos espaciales y de la investigación genética?”, anotó Pahlen. “Abrigo la ligera sospecha de que así sigue sucediendo, e incluso que un día -¡terrible idea!- podrían volver a ponerse de moda”… ¿Cuántas se estarán escribiendo justo en el instante en el que el amable lector esté leyendo las que reúne este libro?

“Nadie puede arriesgarse a decirlo. Pero creo que, de todo lo que existe en nuestro mundo, sólo hay una cosa que nunca será trasnochada ni pasará de moda: el amor. Y con ello tampoco la frase que, escrita o no, subyace a todo mensaje de amor: “Te amo”.

DESEO Y ANHELO

El primer capítulo del libro recupera las cartas que Mozart destinó a Aloysia Weber y a su hermana Constanze, que a la postre se convertiría en su esposa. En ese apartado, el compilador reconoce que no es posible saber cuántas misivas dirigió el compositor austriaco a otras receptoras, “pero no cabe descartarlo, ya que el compositor andaba casi siempre enredado en líos de faldas”, quienes más tarde serían calificadas por su viuda como criadas.

Y aunque aclaró que en la historia de la música se valora casi siempre muy mal a Constanze, por su frivolidad y superficialidad, el antologador aclaró: “Queremos defender claramente a Constanze, no porque ocultemos o neguemos sus posibles defectos, sino por el hecho incontestable de que Mozart fue feliz con ella y que su mutuo amor no disminuyó hasta el último aliento de Wolfgang”.

Uno de los mejores argumentos a su favor, anotó, fue que, a su lado, Mozart compuso un número casi inabarcable de grandes obras maestras, desde El rapto en el serrallo hasta Las bodas de Fígaro y Don Giovanni, además de divinas obras sinfónicas y música de cámara concluyendo con La flauta mágica y el inacabado Réquiem.

A continuación, un fragmento de la cariñosa, delicada y humorista misiva que Mozart le remitió a Constanze el 13 de abril de 1789:

Queridísima mujercita, ¡si por lo menos ya hubiera recibido una carta tuya! Si pudiera contarte todo lo que hago con tu querido retrato, sin duda te reirías a menudo. Por ejemplo, cuando lo saco de su estuche y digo: ‘¡Que Dios sea contigo, mujercita Stanzerl! Que Dios sea contigo, gamberro; enredador-burlón-fantasioso-traga-y-aprieta’.

Y cuando vuelvo a guardarlo, lo dejo ir resbalando poco a poco, y repito una y otra vez ¡Nu-Nu-Nu-Nu! Pero con la intención que este conjuro requiere y con el último, rápido: ¡buenas noches, ratoncilla, duerme bien!”.

Y un fragmento más que escribió el 8 de octubre de 1790, desde Frankfurt, casi un año antes de su muerte:

Queridísima y amadísima mujercita, si pudieras ver en mi corazón descubrirías la pugna entre el deseo, el anhelo de volver a verte y abrazarte enfrentado al sueño de llegar a casa con mucho dinero.

A menudo tuve la idea de viajar más lejos; pero cuando quise obligarme a tomar esta resolución se me ocurrió cuánto me arrepentiría si me separase de mi querida esposa por un lapso incierto e incluso infructuoso… Sin duda que aquí soy famoso, admirado y apreciado; pero la gente es todavía más tacaña que en Viena…”.

Cartas de amor de músicos fue publicado originalmente en 1994 e incluye algunas misivas entre Robert Schumann y Clara, donde se observan las turbulencias de su amor, así como de otros grandes de la música, como Peter Cornelius, Antonin Dvořák, Nikolai Rimski-Kórsakov, Giacomo Puccini, Gustav Mahler, Claude Debussy y muchos más.

Fuente:

http://www.excelsior.com.mx/expresiones/2017/10/29/1197855